Después de que, de la manera más ridícula, perdí mi dron, mi amiga Bárbara insistió en invitarme a Los Cabos a un itinerario que había diseñado para recobrar energías, luego de más de un año sin tomar vacaciones.
ENCANTO DE LAS DELICIAS
Iniciamos nuestro viaje de forma saludable, recorriendo la huerta y el restaurante orgánico Los Tamarindos, en las cercanías del estero de San José del Cabo, el cual provee el agua necesaria para sembrar una extensión de siete hectáreas donde se cultivan frutas, verduras y vegetales de la región, cien por ciento orgánicos, durante el año entero. El restaurante, de estilo rústico, está localizado en una antigua casona cuya construcción data de 1888, tiempo en el que se explotaba la caña de azúcar. Aquí en su terraza, contemplando una vista espectacular de la huerta bajo la sombra de los portales, nos recibió Enrique Silva. Oriundo de Navojoa, Sonora, ingeniero agrónomo de profesión, quien hizo su sueño realidad en estas tierras, donde la cultura orgánica nació hace 40 años, nos precisó.
Enrique compró esta propiedad para desarrollar sus dos grandes pasiones: la agronomía y la cocina. El objetivo principal es ofrecer alimentos sanos. La cocina del restaurante es estilo mexicana mediterránea, bajo el sazón del chef Gabriel Castillo, que al ser originario de Santiago, Baja California Sur, lleva el sabor de la Baja en sus venas.
![Alfredo Martínez]()
Indecisos sobre el menú en el que todo se antoja, mejor preguntamos a Enrique qué pedir: “Bueno, no dejen de probar nuestras ensaladas, la de lechuga se prepara eligiendo entre diez diferentes variedades y hojas asiáticas; la de tomate viene acompañada de queso gorgonzola, aceite de olivo y una colorida gama de tomates rebanados que van del verde al rojo pasando por los amarillos y naranjas, cada uno con sabor diferente”.
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Salimos muy satisfechos rumbo al hotel Cabo Surf a disfrutar de la playa Acapulquito, en Costa Azul, que está en una de las zonas más bellas de Los Cabos. El oleaje es ideal para aprender a surfear en longboard y la claridad de sus aguas permite muy buena visibilidad para practicar esnórquel. Mientras ayudé a unos chicos a surfear, Bárbara caminó por la playa de arena blanca, que contrasta con el azul del mar.
PASEO DEL ARTE
Por la tarde, nos trasladamos al centro de San José del Cabo. Nos encontramos con la galerista Patricia Mendoza, quien nos recibió con una gran sonrisa y copa en mano —ellas, vino; yo, tequila—, nos platicó cómo surgió este concepto artístico: hace 15 años llegaron dos artistas estadounidenses y un mexicano —entre ellos una curadora de arte de Los Angeles County Museum of Art (LACMA)— que buscando donde abrir sus galerías, se instalaron detrás de la Misión de San José, por ser más accesible para rentar, y difundían su trabajo con un sencillo panfleto en los hoteles.
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Actualmente, esta área se ha convertido en el centro cultural de Los Cabos, donde se puede comprar obra certificada, como pintura, fotografía, escultura, joyería, grabado, en 14 galerías que forman la Asociación del Distrito de las Galerías, quienes venden el trabajo de grandes maestros mexicanos y artistas emergentes e internacionales.
Las galerías están abiertas el año entero y todos los jueves desde la última semana de octubre a la última de junio de 17 a 21 horas se llevan a cabo los Paseos del Arte. En estos días se vive un ambiente de fiesta y la alegría se apodera de esta zona del centro histórico de San José; las galerías exhiben obras en las calles, se organizan presentaciones de libros, conferencias o se inaugura alguna exposición.
![Alfredo Martínez]()
LA IDEA DE REVOLUCIÓN
Animados por el vino, el tequila y la sensibilidad del arte, nos dirigimos a cenar a La Revolución, sobre la calle Álvaro Obregón. Aquí nos recibieron Bruno Calderón y Guillermo Jáuregui quienes nos platicaron sobre el concepto de este novedoso restaurante. Guillermo comentó: “Todas las revoluciones empiezan con una idea. Este es el resultado del esfuerzo de un grupo de profesionales que creen en la posibilidad de romper los paradigmas convencionales”.
![Alfredo Martínez]()
La cocina está dirigida por el chef Benito Molina, quien diseñó un menú basándose en los productos sustentables, orgánicos y que enaltecen las tierras bajacalifornianas. La coctelería está dirigida por el mixiólogo Oswaldo Vázquez, cuyas propuestas van de acuerdo con el maridaje de la comida y son muy originales. Por ejemplo, Perro Callejero se prepara con ginebra, agua tónica, de coco, miel de abeja, jugo de limón y un toque de Campari; se sirve en una lata de sopa sobre un recorte de periódico y un mini pallet de madera, simulando cómo come y vive un perro callejero.
VOLVER A LA VIDA
Para recuperarnos de la fiesta del día anterior, nos dirigimos a uno de los mejores spas de Cabo San Lucas, en el hotel Solmar. Es un tranquilo santuario con cabañas en una playa en el Océano Pacífico. Nos dieron a elegir entre diversos tratamientos rejuvenecedores: el ayurvédico shiro abhyanga, que se concentra en la cabeza y combate el insomnio; los relajantes con bambú y piedras calientes. También hay tratamientos corporales, hidroterapia en piscina de agua salada, faciales, temascal y salón de belleza. Las terapias personalizadas tienen raíz en la auténtica cultura mexicana y usan productos naturales, extractos vegetales y aceites esenciales de productos de otras latitudes. Como padezco de hiperactividad, tomé el ayurvédico. Fue sensacional la experiencia de soltar.
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AVENTURA MARINA
Reciclamos la energía y quedamos listos para la siguiente experiencia. Nos dirigimos a la marina de Cabo San Lucas en donde abordamos el velero Sailrider. Este catamarán es único en México, porque está equipado con tecnología verde y energía solar. Iniciamos el recorrido navegando hacia El Finisterra marcado por el famoso Arco de Cabo San Lucas. Esta Área Natural Protegida está formada por inmensos farallones rocosos, donde habitan lobos marinos y se localiza la conocida Playa del Amor. Durante nuestra travesía marina veleamos por la Bahía de Cabo San Lucas hasta la playa Santa María, donde nos equipamos para practicar esnórquel; tras un clavado desde la proa del velero, nos sumergimos en el mar para descubrir la abundante fauna marina.
También remamos en kayak, comimos, bebimos y nos divertimos mucho mientras navegamos de regreso a Cabo, contemplando el atardecer en el increíble Arco. ¡Qué mal que ya no es invierno, cuando las ballenas jorobadas saltan por doquier! De regreso a tierra, fuimos al restaurante Sunset Monalisa, calificado como uno de los cinco más bellos del mundo (por Tribune International) y de los más cool del mundo (por The New York Times). Está tallado en un acantilado con vistas a la Bahía de Cabo San Lucas.
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Aquí conocimos al reconocido chef italiano Paolo Della Corte y nos platicó de la nueva cocina mediterránea: “Todo inicia con una base europea italiana clásica a la que agregamos ingredientes nuevos y de temporada para lograr una fusión y romper con lo tradicional”. Sus menús, son tres, juegan con una variedad de ingredientes. Cada platillo es creado a partir de productos frescos que son traídos diariamente para asegurarse de que obtiene los sabores y los aromas más tentadores. Los platos, diseñados con un gusto exquisito por el chef, incluyen pastas hechas en casa, mariscos, panes artesanales, quesos. El platillo que quiero repetir alguna vez en la vida son los ostiones con trufa horneados con hongos porcini. La atención es increíble y puedes elegir en distintas áreas: una palapa cubierta, en la terraza o al aire libre en el Nuevo Champagne Bar con varias zonas de fuego. Aquí nos despedimos de este maravilloso destino.
No hay duda de que no hay mal que por bien no venga, nunca había imaginado que podía disfrutar tanto unos días de descanso en este estado que he explorado de punta a punta en situaciones de aventura extrema, cuando la comodidad es lo último que ocurre y valoro. Ahora a chambear como loco para recuperar mi dron.
![Alfredo Martínez]()